Una reforma que avanza como las tortugas

La reforma educativa va, el problema es que lo hace a paso lento. Pero, el reto real está en comprobar que la formación inicial docente vale la pena en términos cualitativos

Este año se gradúa la primera promoción de bachilleres en educación, carrera que sustituyó a la de magisterio que por años formó a quienes se encargan de enseñar a los niños de los establecimientos de educación primaria. Y el próximo, es decir en 2017, egresa la primera promoción universitaria de profesores para la educación primaria.

Con esos eventos comenzará a hacerse evidente si la reforma educativa, pactada en los acuerdos de paz, realmente es efectiva. Esta reforma arranca con una readecuación curricular, hecha a finales de 1998 y entrada en vigencia en 2005. Pero se consolida con el programa de formación inicial docente, que culminó con la anulación de la carrera de magisterio y la creación de la carrera universitaria.

Claro que, como medidas intermedias se han generado otros programas como el de actualización docente, puesto en práctica desde 2009, a través del cual se han capacitado unos 20 mil maestros. La idea es elevar el nivel de quienes ya se están formando y se encuentran activos en la enseñanza primaria. Esta sería como la puerta de entrada en el proceso de cambio, que irá permitiendo, con el correr de los años, la sustitución de un gremio que en su mayoría se ha acomodado en sus plazas y dejado por un lado la calidad, necesaria para garantizar el profesionalismo de los estudiantes.

Cinthya del Águila, exministra de Educación.

Esfuerzos y frenos

Cinthya del Águila, exministra de Educación, dice no arrepentirse de lo hecho durante su gestión, muy criticada por cierto. Según ella, se trabajó en lo que estaba programado desarrollar desde los acuerdos de paz. Por eso es que se invierte en el docente y se supervisa su profesionalización y desempeño, pero ello también requiere de acompañamiento demagógico, porque solo de esa forma se garantiza que lo aprendido se pone en práctica.

La experiencia ha ido demostrando que el trabajo hecho no es suficiente, porque los maestros deben ser preparados para enseñar a niños bilingües, pero también a quienes no lo son y viven en un país intercultural. Esos son retos importantes hacia los que se ha dirigido la inversión y por ello es que no se nota crecimiento en otras áreas.

Según la exfuncionaria, ahora directora de la Fundación del Valle, de la universidad del mismo nombre, Guatemala apenas llega a una inversión en educación del 3 por ciento sobre el Producto Interno Bruto. Costa Rica, nuestro vecino centroamericano, lo hace en un 6 por ciento, la cifra a la que nuestro país debiera aspirar en el corto plazo para poder mejorar en muchos otros aspectos del área educativa.

La reforma educativa no solo implica cambio en los docentes, también requiere de mejoras en la infraestructura. Y ahí el problema es otro y grande. Del Águila cuenta que, por ejemplo, muchas escuelas que se destruyeron para el terremoto en San Marcos, en 2012, no se pueden volver a construir porque están sobre terrenos que no son propiedad del Estado y sus dueños, por razones legales, tampoco pueden trasladar esa propiedad.

Guatemala apenas alcanza una inversión del 3% sobre el Producto Interno Bruto

Así, mejorar esas condiciones se vuelve una tarea complicada. Incluso el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha apoyado en este asunto. Financió el pago de 17 abogados que se fueron a las comunidades para dar seguimiento a este tipo de bloqueos, pero se encontraron con muchísimas dificultades. Por ejemplo, había un terreno en el que coincidían 7 fincas. Es decir que 7 propietarios cedían espacio para que funcionara la Escuela en un área común. Para poder invertir en ese edificio, se debió buscar a cada propietario y tramitar el traspaso de la propiedad a nombre del Estado. “Esa es una gestión que se hace difícil, porque no hay mecanismos legales que faciliten la inversión”, dice Del Águila.

La inversión es clave y si se toma en cuenta que de los 4 millones de estudiantes que existen en el país, tres cuartas partes son atendidos por el sector público, la dimensión del problema puede entenderse mejor.

Verónica Spross, de Empresarios por la Educación, coincide en que la inversión es urgente y necesaria. Resalta, por ejemplo, que a nivel público no se cumple con contratar las mejores opciones. Dice que los criterios de oposición vigentes no son los mejores. Además, cuenta que la estructura actual no garantiza retener al personal más talentoso y de allí que los mejores maestros suelen migrar al sector privado o a otras áreas productivas.

La reforma educativa implica cambio en los docentes.  Pero, también en la infraestructura

En la actualidad, se trabaja en lograr que el Currículum Nacional Base (CNB) llegue a todas las escuelas y, por supuesto, a todos los estudiantes. En 2011, a través de la Gran Campaña Nacional por la Educación, se descubrió que cuando el director de un centro educativo se empodera del CNB los resultados en sus estudiantes siempre tienden a mejorar.

Esos cambios son positivos, pero no se han logrado generalizar. Apenas y funcionan en algunos establecimientos. Los esfuerzos de cambio caminan, a paso lento, pero lo hacen. Lo que falta es más recursos para promover esos cambios y lograr también que sean más ágiles. De lo contrario cuando los resultados se noten habrá llegando el tiempo de nuevos cambios por la evolución misma del mundo.

La reforma educativa va, pero falta que quienes se han involucrado en ella, en el nivel docente al menos, salgan de las aulas universitarias y demuestren que en realidad hay saltos cualitativos que garantizarán mejores estudiantes para el mercado educativo y laboral del país.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Profesor Universitario
cmoralesmonzon@yahoo.com

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