Quieren ganar el poder, pero no gobernar

Aspiran los votos de la población, pero no resolver los problemas. Eso es lo que en el fondo hace que los políticos no prioricen los planes de gobierno

Planean para ganar y no para gobernar. Esta frase resume el comportamiento de los partidos políticos guatemaltecos. Pero, ¿por qué sucede esto?, pues simplemente porque son grupos que debieran ser interlocutores de la sociedad, pero en la práctica solo son buscadores de sus propios beneficios o de los de quienes gravitan a su alrededor.

Así es como piensan los analistas políticos sobre esas agrupaciones de derecho público, cuyos cabecillas cada cuatro años salen a las calles y recorren el país para hacerse del poder político. Funcionan alrededor de caciques que toman decisiones y se financian de los recursos de quienes están interesados en obtener ventajas cuando sus patrocinados lleguen a tener el control político.

Esa situación mantiene al país en una crisis de gobernabilidad, que estalló porque los niveles de corrupción rebasaron la paciencia colectiva y la población decidió lanzarse a las calles para exigir cambios, comenzando por la renuncia de los gobernantes.

En un país civilizado, quienes aspiran al poder se ganan la venia de la población a través de la presentación de sus ideas. A través de convencer a los habitantes de que sus acciones planeadas son las mejores para la sociedad. Así, escuchar a la ciudadanía y darle participación para resolver sus problemas es fundamental, pero en este país nunca ha sucedido.

Quienes pretenden el poder político se decantan por dar prioridad al marketing político, pues es el que a la larga resulta garantizándoles el voto de la mayoría de los que asisten a las urnas. Sin embargo, poco o nada tienen en sus planes para atender las demandas de esa población, pues sus programas apenas logran ser una lista de problemas sensibles que, en el mejor de los casos, sólo conforman una serie de buenas intenciones.

No piensan en gobernar

Para María del Carmen Aceña, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), la mayoría de los partidos políticos se concentran en ganar elecciones o posiciones para negociar la segunda vuelta. “Se dedican más a ganar, pero no a gobernar”.

María del Carmen Aceña,
Centro de Investaciones Económicas
Nacionales (CIEN).

Según la investigadora, quien ya hizo gobierno como ministra de Educación de Óscar Berger Perdomo, el problema es que la política se ha vuelto más un medio de vida y no un sistema que busque generar política pública, ejecutarla y lograr que los guatemaltecos estén mejor.

Este es un problema que ha venido evolucionando de manera negativa, dice Aceña, pues aunque contamos con una Constitución y una Ley de Partidos Políticos, como sociedad no fuimos capaces de establecer controles y poner límites a los desmanes de esos grupos que rebasaron la línea de la corrupción y que, hoy por hoy, lo que constituyen es un “monstruito”.

El otro problema, de acuerdo con Aceña, es que es muy reducida la población que está demandando un plan de gobierno. Hay que recordar, dice, que un político está incentivado por lo que le piden. En tonces, en la medida en que la población no exija planes, no habrá cambio. Hay que tener en cuenta que la gobernabilidad está dada por los tres poderes del Estado y, aunque le ponemos más atención al presidente y vicepresidente, también es cierto que la constitución ha facilitado que el Congreso tenga más poder y eso ha ido en detrimento de mejores condiciones para gobernar a favor de la  mayoría.

Eso ha hecho que suba el nivel de desequilibrio, pues hay mucho chantaje, mucho negocio, mucha transa. No hay negociación y entonces lo que se hace, en su mayoría, no es lícito y todo el juego se da a favor de quienes financian la llegada de estas personas al poder.

Lo anterior, nos dice, es que debiéramos exigir a los partidos que presenten sus planes de gobierno, que establezcan sus prioridades y que las cuantifiquen, pues solo de esa forma se puede fiscalizar bien su trabajo y saber hacia dónde vamos.

Votos antes que planes

De acuerdo con Javier Brolo, del staff de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), para entender por qué los partidos no están siendo capaces de presentar planes de gobierno, hay que entender cuáles son los requisitos de un plan. En ese sentido, dice, se necesitan recursos económicos, humanos y políticos.

Javier Brolo, miembro del staff de la
Asociación de Investigación y Estudios
Sociales (Asíes).

Si se parte de estos elementos, debemos reconocer que el recurso humano en esta materia es en cierta medida escaso. Hay que meditar por qué no hemos sido capaces de generar conocimiento científico sobre las causas de los problemas que enfrentamos. Tenemos la falsa creencia de que planificar es un uso de tiempo ineficiente, debido a que nuestro futuro es incierto por la volatilidad de las circunstancias, entonces preferimos acciones de corto y no de largo plazo.

Al final de cuentas, los partidos políticos solo son un reflejo de lo que somos como sociedad. Individualmente le damos prioridad a garantizar nuestra estabilidad económica y no tanto a estudiar, prepararse en una carrera, resolver alguna capacidad técnica. De hecho no planificamos y eso es una gran limitante.

Todo lo anterior se agrava cuando se llega a la conclusión de que, los planes no dan votos, pero el mercadeo sí. Entonces, si se necesitan votos y se tienen pocos recursos para implementar un plan, pues se priorizan los votos.

El problema agudiza aún más cuando se ve la gran cantidad de partidos pequeños. Esto hace mucho más difícil la coordinación de recursos, pues los pocos que existen se diluyen. Tampoco hay gente profesional suficiente para hacer tanto plan con calidad, ni tanto dinero para financiar a tanta gente.

Así las cosas, todo termina indicando que para un partido político el plan resulta siendo una prioridad posterior a la de estar en el poder, y es hasta que se tiene que se planifica, por eso es que los planes resultan siendo de corto plazo y personalistas, ya que la ley electoral facilita a los dirigentes para tomar decisiones discrecionales y no democráticas.

Dispersión e incapacidad

Rubén Hidalgo, director general del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep), va un poco más al análisis histórico y cree que la crisis que enfrenta el país tiene sus orígenes en la guerra fría. Él sostiene que esas divergencias ideológicas hacían mucho más fácil que los grupos establecieran con claridad sus planes programáticos, ya que a través de ellos transmitían sus posiciones y visiones sobre cómo resolver los problemas más ingentes de la población.

Rubén Hidalgo, director general del
instituto Centroamericano de Estudios
Políticos (Incep).

Sin embargo, a partir de 1985, dice Hidalgo, en Guatemala y el mundo las sociedades empiezan a fragmentarse, en cuanto a sus planteamientos y demandas. Se dividen según la apreciación que tienen sobre las diferentes temáticas sociales, económicas, políticas, ambientales y hasta de género o etnia.

Esa fragmentación también hace que para los partidos políticos se vaya complicando tener una agenda que satisfaga las demandas de quienes se quieren ver representadas en los programas de gobierno.

Toda esta diversificación de posicionamientos, pensamientos y planteamientos, de acuerdo con Hidalgo, hace que sea muy complicado recoger el sentir de demandas tan amplias, en un cuerpo llamado plan de gobierno.

A lo anterior, Hidalgo agrega que los partidos políticos comienzan a organizarse más en torno a una persona, constituyéndose como club de amigos, más que un grupo que se reúne en torno a una visión de país, a una lectura de la problemática nacional y a una serie de elementos de propuesta para superar los problemas que detengan el desarrollo de la población.

El reto de los partidos, ahora, es trascender de lo particular a lo general. Y esos elementos que permitan lograrlo deben visualizarse en los planes de gobierno. Pero, mientras tanto, los partidos siguen funcionando en torno a una persona o al grupo de personas que lo financian para hacerse del poder político.

El directivo del Incep dice que hay muy poco espacio para que los partidos se democraticen, consulten a las bases o tiendan canales de comunicación con la población, para conocer las preocupaciones de fondo y las propuestas de solución que las mismas comunidades tengan para sus respectivas localidades.

Los tres analistas consultados por Revista GERENCIA coinciden de alguna forma en que, los partidos políticos no están desempeñando el papel que les corresponde y menos aún el de mostrarse con planteamientos serios de resolución de problemas plasmados en planes programáticos.

Para que lo hagan, primero deben pasar de velar por sus intereses o de quienes los dirigen, hacia la búsqueda del bien común y las necesidades colectivas.

Carlos Morales Monzón
Periodista y Consultor
Cmoralesmonzon@yahoo.com

También podría gustarte