Políticas laborales para la salud mental

El bienestar de los trabajadores es necesario y alcanzarlo requiere esfuerzo

Bajo la premisa de que los ambientes laborales son el reflejo de la sociedad, se puede decir que estos pueden ser entornos armónicos y
saludables o estresantes.

Domingo cualquiera, 5 de la tarde, al atardecer se traga el último respiro del fin de semana, haya sido largo o corto, aunque si fue largo entonces el atardecer es como una agonía larga. A la vuelta de la noche está el lunes y el desasosiego, la insatisfacción e incluso la tristeza esperan al final de la película del domingo o en la cola de la caja del supermercado.

El problema puede radicar en que la persona el día lunes debe enfrentarse a un ambiente laboral poco atractivo, atrapado por la rutina o incluso hostil que puede llegar a enfermarle. Hay incluso casos en los cuales puede hablarse de bullying laboral. Según el Workplace Bullying Institute, este se puede definir como “maltrato lo suficientemente severo como para comprometer la salud de un empleado, poniendo en peligro su carrera laboral y haciendo tensas las relaciones con sus familiares y amigos”.

Los ambientes laborales son el reflejo de la sociedad, y por lo mismo pueden ser entornos armónicos y saludables o estresantes. Una tarea pendiente de las inducciones en las organizaciones es hablar de cuáles son las dificultades en el trato, los secretos, las alianzas, los temas que no se tocan y las válvulas de escape. Hablar de todo esto ayudaría a crear climas organizacionales que permitan y faciliten el buen vivir.

La salud y la vida son derechos fundamentales en el mundo del trabajo, según lo considera la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, los lugares de trabajo son de riesgo y de enfermedad. El documento de 2009, “Salud y vida en el trabajo: Un derecho humano fundamental”, reporta datos alarmantes: “cada 15 segundos muere un trabajador de un accidente o enfermedad relacionado con el trabajo, cada 15 segundos 160 trabajadores sufren un accidente por lo que a finalizar un día, cerca de 1 millón de trabajadores habrá sufrido un accidente en el lugar de trabajo y 5,500 trabajadores morirán”, pero no solo a causa de accidentes laborales, sino de lo que la OIT llama “enfermedades profesionales”.

Estos cálculos consideran solamente los accidentes físicos pero no toman en cuenta la salud mental, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” y que complementa el concepto de salud de la OMS que es «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

Si bien es cierto, la salud mental o la falta de ella es un problema del mundo globalizado y no puede achacarse la responsabilidad total al entorno laboral. Sin embargo, si se considera que las personas pasan en este ambiente 40 o más horas a la semana, es muy probable que situaciones como estrés diario, estrés postraumático, ansiedad, desórdenes alimenticios, sexuales, depresión y angustia sean el resultado de que algo no va bien en el trabajo, o que a fuerza de verlo su existencia se vea como normal.

La OIT señala que el estrés en el mundo laboral puede deberse a situaciones de reestructuración, la percepción por parte del trabajador de que no controla su trabajo, a la percepción de inseguridad en su empleo, al miedo al despido o al desempleo, a cambios en la ordenación del tiempo de trabajo, a horarios irregulares, horas extraordinarias no deseadas y horarios extendidos y a la poca visión de construcción de un futuro mejor. El investigador Manuel Parra señala que “pragmáticamente se opta por asimilar estrés a la interacción entre ambiente e individuo que sobrepasa el límite de ser un estímulo para la supervivencia, convirtiéndose en un riesgo para la salud”.

En el caso de la salud en general siempre es preferible tomar acciones preventivas y no correctivas. Por lo que, según la OMS, deberían enfocarse recursos a la promoción de estrategias destinadas a lograr resultados positivos que permitan “desarrollar recursos, las capacidades de la persona y la mejora de la situación socioeconómica”. Pero ¿quién es responsable de que el entorno laboral sea saludable y permita el desarrollo integral? Según la OIT, los empleadores y directivos son quienes deben garantizar que los lugares de trabajo sean seguros, que no entrañen riesgo para la salud y prever la protección necesaria. Doce convenios y declaraciones internacionales hablan sobre este tema, pero no es solamente un asunto de legislación o de buenas intenciones sino de derechos y de toma de acciones concretas.

Según información del portal (http:// www.insht.es), la salud mental de los trabajadores se promueve mediante estrategias que los empoderen, de las que participen y les den la oportunidad de elegir y sugerir, tales como, promover la participación activa y la toma de decisiones entre los trabajadores, definir claramente las funciones y responsabilidades, motivar la conciliación de la vida laboral con la personal, priorizar el respeto y evitar actitudes despectivas o discriminatorias, gestionar adecuadamente la carga de trabajo, facilitar la formación continua, disponer de procedimientos para la resolución de conflictos y reconocer el trabajo y la contribución de los trabajadores.

El Instituto Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo (España) añade como un factor necesario contar con apoyo social, el que las personas se perciban como parte del grupo de trabajo, tener sensación de inclusión y de pertenencia, percibir relevancia y reconocimiento del trabajo realizado y encontrarle sentido a lo que se hace, entre otras. Tanto para la ejecución de las estrategias como de las acciones hace falta que haya un clima adecuado y un liderazgo más compartido y menos vertical y autoritario, y este es quizá el elemento más difícil de alcanzar.

Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

También podría gustarte