Los bomberos voluntarios y la falta de interés del Congreso

La falta de compromiso por parte de los congresistas con los bomberos voluntarios se evidencia en la poca asignación presupuestaria

                          Oficial  Isaías López, director de la Primera Compañía

                               Mayor José Sierra, jefe de Personal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                Mayor Marco Antonio Ramos, Segundo Comandante.

Herminio Isaías López quiso de niño pertenecer a los scout, pero no le fue posible. También quiso ser bombero, lo que hizo realidad en 1993, cuando ingresó al “Benemérito Cuerpo Voluntario de Bomberos, (CVB)”. Desde entonces, López combina sus actividades diarias y de fines de semana con su familia nuclear y con su familia extendida: la primera compañía de bomberos voluntarios, la que tiene su sede junto a la estación central en la zona 3 capitalina.

López es ahora Director de la primera compañía, cargo que ha ocupado en 7 ocasiones, desde 2005, y que ostenta por un año más desde 2014. No hace falta que lo diga, pero López se siente orgulloso de ser bombero, se percibe cuando invita a hacer un recorrido por la primera compañía y muestra las áreas comunes, dormitorio, sala de estar, cocina, mientras relata los horarios, normas internas, detalles técnicos, problemas y actividades que realizan y que les permiten, por ejemplo, estrenar camas y sillones, logro conseguido gracias al interés de López y de sus compañeros.

Este bombero cuenta que, aparte de la satisfacción propia, el personal voluntario recibe un uniforme anual y es beneficiario de un seguro de vida de Q35 mil. Día a día, mes a mes, año con año, los bomberos se las ingenian, participan en actividades, se organizan para obtener fondos no solo para mantener y mejorar las instalaciones de sus propias compañías, sino para contar con insumos básicos.

Es común ver a los bomberos voluntarios apostados en calles y semáforos con botes recolectando dinero. Lo recolectado, explica el mayor José Carlos Sierra, jefe de personal y miembro del Directorio nacional, sirve para equipar los botiquines, ya que el presupuesto asignado por el Congreso de la República es insuficiente.

Es decir que, cuando una persona es asistida, los insumos del botiquín salen de la bolsa del mismo bombero. “Hemos atendido incluso a diputados que en el momento hacen cualquier tipo de ofrecimiento”, señala el mayor José Sierra, pero ya luego las promesas se les olvidan, añade. Es también gracias a la iniciativa de las compañías que se compran las motobombas utilizadas para los incendios.

Los bomberos voluntarios surgieron en Guatemala en 1951. El embajador chileno, González Allendes, cuenta José Sierra, presenció un incendio en Tony’s Spaguetti House. El embajador, bombero en Chile, quiso ir a ver el siniestro para conocer cómo trabajaban los bomberos, pero estos no existían como tales sino que un grupo de guardias civiles, policías militares y ciudadanos, de forma voluntaria trataban de controlar el incendio. Esa fue la semilla de formación del CVB y es por eso también, señala Sierra, que los bomberos voluntarios en Guatemala tienen como modelo a los chilenos y se ha construido con ellos una relación de cooperación con quienes en el año 2012 firmaron un acuerdo.

Con el alto número de hechos de violencia o accidentes que suceden a diario en el país, es muy probable que casi cualquier ciudadano haya necesitado en algún momento de los bomberos. Ante la inexistencia de otros cuerpos de socorro que atiendan urgencias como la Cruz Roja, los bomberos deben atender no solo incendios sino también partos, accidentes, mascotas en peligro, y auxiliar a personas en deslaves, derrumbes, terremotos, erupciones volcánicas y trasladar a personas enfermas a hospitales nacionales y también del seguro social, ya que aunque el IGSS cuente con sus propias ambulancias, las personas solicitan el servicio del CVB, señala Sierra. El 95% de los eventos cubiertos por el CVB son en ambulancia, agrega.

El CVB espera que el Congreso de la República conozca y apruebe una iniciativa de Ley, presentada el 11 de septiembre de 2012, que busca una asignación mínima de Q100 millones para su funcionamiento.

El CVB cuenta con 540 miembros con plaza presupuestada y prestaciones de ley, que trabajan divididos en dos escuadras, cada una en turnos de 24 por 24 horas. Es decir que, cada día solamente se cuenta con la disponibilidad de 270 bomberos permanentes para todo el país. No hay más bomberos permanentes porque no hay presupuesto para más y gestionar las nuevas plazas es como ir de Herodes a Pilatos, entre la Oficina Nacional de Servicio Civil y la Dirección Técnica del Presupuesto.

El número de miembros voluntarios en cada estación es variable, pero siempre se cuenta tanto con personal permanente como voluntario. Durante 2013, a través de las 131 compañías, el CVB atendió 750 mil casos en todo el país, un promedio de 2,050 casos al día.

Atender las emergencias de 14 millones de guatemaltecos es una tarea titánica para la que se requieren fondos. Solamente para tener una idea, el monto necesario para equipar adecuadamente a un bombero es de Q75 mil, cuenta Sierra; y una motobomba cuesta unos US$440 mil. Los bomberos, permanentes y voluntarios, comparten trajes recibidos como donación de otros países que ya no los usan porque están descertificados.

El CVB cuenta con una asignación presupuestaria por parte del Congreso de la República de Q50 millones, los que son fiscalizados por la Contraloría General de Cuentas, “y nunca hemos tenido ningún reparo”, señala el mayor Marco Antonio Ramos. Para funcionar adecuadamente, proveer los insumos básicos, modernizar estaciones y capacitar a los socorristas necesitarían de por lo menos Q200 millones anuales, advierte el mayor.

Actualmente los fondos asignados por el Congreso apenas alcanzan para combustible, llantas, repuestos para las ambulancias, comprar algún vehículo y el pago del salario de las plazas presupuestadas, insuficiente para que haya bomberos permanentes en 30 compañías.

El monto asignado actualmente al CVB responde a lo establecido en la “Ley Orgánica del Benemérito Cuerpo Voluntario de Bomberos de Guatemala” (decreto 81-87 del Congreso de la República), que en el artículo 23, numeral 1, señala que contará con “Una asignación anual incluida en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación”, pero no se define el monto. En el numeral 3 del mismo artículo, señala que el Estado puede darle aportaciones extraordinarias.

En el numeral 4, que establece que “el subsidio específico del Decreto Legislativo Número 1422 y los que en el futuro se establezcan”, data de 1961 y consiste en otorgarle al CVB una “cuota anual de un mil quetzales (Q 1,000.00) que deberán satisfacer las empresas nacionales y extranjeras registradas para operar en el país y autorizadas para emitir pólizas de seguro contra incendio; e “Impuesto de dos por ciento (2%) que cubrirá el asegurado, y recaerá sobre las primas pagadas por seguro contra incendio, correspondientes a riesgos de esa naturaleza amparados en la República, cualquiera que sea el lugar de emisión de las pólizas respectivas”.

Este monto se recibe anualmente por medio del Ministerio de Finanzas Públicas, “pero no se suma al monto anual asignado, sino que se descuenta de ese total”, señala Ramos. Aunque el CVB puede gestionar y recibir donaciones, ellos prefieren que las donaciones sean en especie ya que si, por ejemplo, durante 2014 recibieran donaciones en efectivo por Q1 millón, para el año 2015 el Congreso descontará esa cantidad del monto asignado. De hecho, en el presupuesto  aprobado se le asignarán al CVB solamente Q50 millones.

Actualmente el CVB pretende que el Congreso de la República conozca y apruebe la iniciativa de Ley 4520, presentada el 11 de septiembre de 2012, que busca establecer una asignación presupuestaria mínima que para ese año estaba calculada en Q100 millones.

La iniciativa se encuentra en la comisión de finanzas y moneda para su “estudio y dictamen correspondiente”. La intención del CVB es que esa cantidad se incluya dentro del Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado y, además, que dicho monto sea “incrementado cada año de acuerdo a las cifras oficiales de inflación emanadas por el Instituto Nacional de Estadística’’.

Sierra comenta que año con año les toca hacer la misma peregrinación al Congreso a pedir la aprobación de la ley o la ampliación del monto asignado, y cada vez los reciben amablemente y les comparten capuchinos, pero el cumplimiento del ofrecimiento nunca llega.

Roberto Samayoa
Periodista
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt

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