Empresaria con sazón

Funda negocio de condimentos y abarrotes

La receta del éxito de Sandra Ramírez conlleva muchos ingredientes. Entre ellos grandes dosis de perseverancia, niveles importantes de riesgo y decisiones puntuales que no le permiten ver hacia atrás. Así es como ha dado vida a Discomer, una distribuidora de condimentos y productos de abarrotería que aprovechó las necesidades del mercado y que creció gracias al servicio de calidad que presta.

Sandra Ramírez,
fundadora de Discomer.

}Sandra fundó la empresa, pero además es quien le da sabor y color a la administración no solo por poseer un carácter audaz, sino porque con cualquier actividad que realiza se carga de energías. Cuando habla, hay que procesar con rapidez sus palabras, porque tras ellas vienen cientos más para hilar una historia de la que se siente orgullosa.

Como hija de emprendedores, creció entre las ventas de zapatos de su padre y las de ropa de su madre. Un ir y venir entre la Antigua Guatemala y el mercado de San Martín, en la zona 6 de la capital. Sus padres, carentes de estudio, decidieron que sus 6 hijos fueran profesionales. Por ello, Sandra, su cuarta hija, se graduó de secretaria comercial a los 17 años.

Recién graduada se casó, tuvo su primera niña y se insertó en el mercado laboral en donde se desempeñó en diversos lugares, en algunos como secretaria, en otros como cajera y, en los más acertados, como vendedora de mostrador. Así ganó varios concursos, por su labor de ventas y el buen servicio.

Esta vocación siguió creciendo, así como su deseo de superarse. En 1985 nació su segunda hija, cuando era estudiante de derecho, carrera que cursó hasta el séptimo semestre antes de que se le atravesara el sueño americano. Para entonces, Sandra ya había pasado por la experiencia del divorcio.

En Estados Unidos, sin hablar inglés, se desempeñó como cajera de dos restaurantes de comida rápida y en una lavandería. Con trabajos de sol a sol cumplió su deseo de construir una casa propia, esta vez con su actual esposo. A su retorno, Sandra recibió una herencia clave para su futuro: parte del dinero de la casa de sus padres ya fallecidos, que se convirtió en e l capital inicial de Discomer.

La experiencia que había alcanzado como vendedora de calle en dos compañías de condimentos fue muy importante. Aunque la idea inicial, que aún piensa desarrollar, era la venta de desechables. Sin embargo, los mismos clientes le solicitaban los condimentos, por lo que consideró una excelente opción atender esta necesidad de mercado, tanto al elaborarlos como al distribuirlos.

En la actualidad, la acompañan en la aventura empresarial dos de sus hijas, su sobrina y su esposo, y entre todos han potenciado una empresa familiar de casi una década, que comenzó en la cocina de su casa y hoy cuenta con bodegas propias, que despachaban diez productos y hoy más de 300, que se fundó en Guatemala y hoy posee una sucursal en Quetzaltenango con miras a conquistar el mercado norteamericano, y que ha hecho feliz a esta aguerrida empresaria.

Ileana López
Directora
Revista GERENCIA
gileana@agg.org.gt

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