Economía privada y finanzas públicas: 2013 y 2014

Pedro Trujillo

Suelen mezclarse ambos conceptos. Leemos que la economía marcha bien, lo que es sustancialmente cierto. Emprendedores nacionales y extranjeros siguen viendo al país como un lugar de oportunidades, aunque con elevados costos, producto, en general, de la inseguridad y de la falta de certeza jurídica. Sin embargo, la repercusión en la economía es ligeramente positiva y el crecimiento -en ocasiones imperceptible suele alcanzar algún punto porcentual, aunque muy alejado de la cifra mágica necesaria para sacar al país de la pobreza.

Las cuentas públicas, son otra cosa. Con un presupuesto nacional sumamente desfinanciado y prorrogado, comenzaremos 2014 más pendientes de negociar la deuda a adquirir que de ver realmente cómo se enfrentan los problemas nacionales. Previsiones de recaudación fiscal próximas a los Q45 mil millones no pueden sostener -por dos años seguidos- un presupuesto de Q67 mil millones. En torno al 30% del mismo no cuenta con fuentes de financiamiento que no sean créditos, préstamos o bonos que deberán pagarse por nonatos. La reforma fiscal falló y pareciera que no se quiere reconocer.

Esa dicotomía entre economía privada -crecimiento de empresas que marchan bien- y finanzas públicas -gastos de gobierno por encima de los ingresos- genera un estado de cosas tal que aunque se sobrelleva la situación se genera deuda que terminará por crear conflictividad en el futuro, especialmente cuando la capacidad de adquirir créditos ya no sea tan fácil como ahora y haya que hacer frente al pago de los existentes. De seguir así, en un par de generaciones el Estado estará más quebrado y el conflicto cuya génesis se gesta en estos momentos -producto de políticas financieras erradas- estallará, al igual que ha sucedido en países de la Unión Europea.

Es preciso emprender una seria discusión en torno a cómo deben de manejarse las finanzas públicas y sobre la imposibilidad de continuar eternamente endeudándonos. El problema es que los partidos políticos -los políticos en general- llegan al poder a depredar recursos estatales y no a contribuir al desarrollo de un modelo social basado en principios: respeto a derechos individuales, propiedad privada y Estado de Derecho.

El año 2014 es una nueva oportunidad que seguramente se malogrará, por eso de ser antesala de año electoral. Como sociedad debemos de promover y alentar los debates económico-financieros, sobre todo cuando está de por medio el gasto de dinero público que terminaremos pagando tarde o temprano. Obviar esta discusión únicamente da espacio a inescrupulosos que endeudan al país no para promover inversiones que produzcan créditos con el tiempo, sino para incrementar sus cuentas, sostener costosas campañas electorales o pagar favores. Que la economía privada marche bien, no debe de ser un telón que impida ver cómo hace tiempo dejaron de funcionar las finanzas públicas.

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