Drones, herramientas de trabajo… y juguetes

Volar, ver más arriba e ir más lejos es cumplir un sueño

A los adultos también les gustan los juguetes. Entre los de uso social se encuentran los juegos electrónicos en toda su variedad, también los vehículos, aviones, patinetas, motocicletas o automóviles, entre una larga lista de posibilidades. Sin embargo, quizá entre los más apetecidos se encuentran los vehículos aéreos no tripulados, conocidos como drones, en una adaptación del inglés drone o zángano. Los drones son como una extensión de la libertad, de ir más allá, de explorar mundos y alturas insospechadas, de husmear qué hay detrás de la montaña o del muro, de enterarse qué pasa desde arriba o de documentar.

Henrry Morales, registrador
aeronáutico nacional, de la DGAC.

Contrario a lo que se piensa, los drones se desarrollaron después de la Primera Guerra Mundial y se utilizaron durante la Segunda Guerra, señala Henry Morales, registrador aeronáutico nacional, de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Los drones utilizados para aplicaciones militares se denominan vehículos aéreos de combate no tripulado y deben diferenciarse de los misiles que también son vehículos sin tripulación, capaces de mantener un nivel de vuelo sostenido y propulsado por un motor, pero que son en sí un arma.

Los drones militares se utilizan en misiones de reconocimiento, de ataque, pero con el problema que causan daños colaterales. Morales define un dron como “robot volador no tripulado por personas que puede ser manejado por control remoto o que, incluso, puede controlarse a sí mismo por un software”. En la Introducción al Derecho Aeronáutico, un manual desarrollado por Morales, se cuenta que “en 2010 se comenzó con las construcciones de los primeros aviones no tripulados eléctricos para Guatemala, por parte de la empresa Aero BOOTS, (…) para aprovechamiento de la tecnología en el agro”. En 2011 comienza en Guatemala la construcción de la primera aeronave no tripulada, operada con gasolina, por parte de la empresa Aereopanorámicas.

Fernando Aguilar, presidente de la
Corporación Fox (El Duende).

El uso de drones para actividades civiles ha aumentado en los últimos años. Fernando Aguilar, presidente de la Corporación Fox (El Duende), cuenta que ellos distribuyen la marca DJI, que cuenta con el 70 por ciento de participación en el mercado de estos vehículos a nivel mundial. Aguilar es además un apasionado de los drones y está dispuesto a mostrar el funcionamiento, los vídeos y las fotografías tomadas desde su aparato modelo Phantom. Actualmente ofrecen varios modelos desde Q1 mil en artefactos sencillos y catalogados como semiprofesionales hasta otros cuyo precio oscila entre los Q3 mil y los Q8 mil, y que por sus características pueden ser utilizados en diversas actividades.

Aguilar explica que volar un dron es fácil y mientras más alto es el precio, resulta más fácil hacerlo. Los pasos para volarlo son simples: se descarga la aplicación del dron para un dispositivo, que puede ser computadora, tableta o teléfono, se colocan las propelas (hélices), se cargan las baterías y tras una inducción de 20 minutos la persona ya puede volar el aparato. Es importante mencionar que todos los drones deben estar registrados ante la DGAC, y que en Guatemala no pueden volar por encima de los 400 pies, señala Morales, ya que los helicópteros y otras aeronaves lo hacen a 500 pies. “Hacerlo es una ilegalidad y se debe asumir las consecuencias de poner en riesgo las aeronaves”, coinciden Morales y Aguilar.

Miguel Rodríguez,
Registro Aeronáutico Nacional.

A pesar de lo señalado, solamente unos 268 drones están registrados en el país, señala Miguel Rodríguez del Registro Aeronáutico Nacional, y se calcula que eso corresponde solamente al 10 por ciento de los existentes. Dada la novedad en el acceso y uso de los aparatos se obvian algunos aspectos legales que son necesarios. Durante las concentraciones realizadas en la Plaza de la Constitución durante 2015 se vieron varios drones sobrevolando y enviando imágenes, sin saber que esa (el Palacio Nacional) y otras cercanas a los aeropuertos son áreas restringidas al vuelo de los mismos, señala Morales.

De igual manera llaman la atención que tanto el desaparecido dron de Soy 502 como el de Prensa Libre, que fue derribado, son aparatos ilegales ya que no cuentan con licencia, recalcan Morales y Rodríguez. Incluso, es probable que lo que haya sucedido con el dron de Soy 502 es que hayan hackeado los controles desde tierra, por otro usuario, agrega Morales.

Los drones de la marca DJI no se elevan automáticamente si se encuentran en un área restringida de vuelo, lo que se pudo comprobar al intentar volar un modelo Phantom 4, desde las oficinas de El Duende. Esta es una condición de fábrica con la que cuentan los drones de esta marca, advierte Aguilar.

Omar Torres, Corporación Fox,
El Duende.

De hecho, si se vuela el aparato en un área restringida se detiene, y aunque sigue volando no traspasa el área. Rodríguez señala que de acuerdo a la “Regulación de aeronaves no tripuladas, aeronaves de modelismo y fuegos artificiales” o RAC1 (www.dgac.gob.gt), los drones no pueden operar cerca de otras aeronaves, ni en zonas restringidas, ni cerca de aeródromos, aunque para cada caso hay especificaciones.

Omar Torres, también de El Duende, señala que los drones pueden ser utilizados con fines de diversión para filmación de vídeos y toma de fotografías, de servicios forestales, agrícolas, de control de ganado, de seguridad, en actividades de socorro y prevención de desastres, en la cartografía, monitoreo de puentes, de cableado de alta tensión y de torres de electricidad o para monitorear oleoductos. “El uso está limitado solamente por la creatividad”, añade.

Morales señala que en Guatemala es la agricultura donde más se usan los drones, ya que, industrias como el azúcar, los utilizan para monitorear las plantaciones y los vuelan a 8 mil pies de altura. Cuenta también que, entidades como el Ministerio de Comunicaciones están en el proceso de adquisición de drones con características especiales, porque las cámaras resultan ser más caras que el mismo dron.

Aguilar comenta que la más reciente generación de drones cuenta con una cámara térmica que mide la concentración de calor y que puede servir para evaluar rutas de seguridad. Agrega que los drones son aliados para evaluar riesgos, rutas de acceso o para llevar pequeñas cargas de no más de 20 libras, como puede ser un teléfono celular, una botella de agua o insumos para brindar primeros auxilios. Rodríguez cuenta que hay empresas estadounidenses interesadas en ingresar al país y brindar seguridad por medio de drones. Morales dice que es una deficiencia el tiempo de vuelo de estos drones, que no va más allá de los 15 minutos.

Una de las pocas restricciones al vuelo legal de drones es la lluvia, ya que los aparatos no son impermeables, por lo menos los más comerciales. Los aparatos son estabilizados con por lo menos 7 señales satelitales, apunta Morales. Esto hace que el dron sepa dónde se encuentra ubicado, además monitorea la disponibilidad de batería y cuando detecta que hay poca carga se comienza a grabar imágenes en menor resolución y comienza el retorno a su lugar de origen. Incluso el dron puede volver solo y automáticamente al punto de donde despegó, añade Aguilar. Para volar el dron se debe combinar la tecnología GPS con la capacidad visual de quien lo vuela.

Actualmente, los drones cuentan con cámaras que graban imágenes en resolución 4K, pero la calidad se adapta a la necesidad del usuario, ya que puede ser un vídeo más largo pero de menor calidad, señala Torres. Los drones, señala Aguilar, han mejorado la estabilidad, la calidad de la imagen, el almacenamiento de datos y la ubicación con GPS y además transmiten y reciben información en tiempo real.

Los drones DJI ahora cuentan con cámaras de mayor capacidad de captura de luz que permite que puedan grabar en condiciones de menor iluminación. El Spire 1 es un modelo realizado con fibra de carbono que alcanza una velocidad de 80 km por hora y que se puede hacer llegar a 3 kilómetros de distancia en un campo abierto y traerlo de vuelta, señala Aguilar.

Morales señala que el registro de los drones en Guatemala es de las normativas más abiertas que existen en Latinoamérica, y apunta que el otorgamiento de licencias se hace bajo criterios técnicos y según lo que dicen los manuales de fabricación, que incluye la altura a la que volarán y el fin para el que se inscribe el aparato, entre otros.

Hay casos en los que los aparatos no vuelan más allá de los 6 metros, y no pueden ser registrados, pues son solamente juguetes. Pero, es importante que quienes posean drones se acerquen a la DGAC para regularizar su situación, señala Morales.

Roberto Samayoa
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

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