Criterios para la educación

Escoger un centro educativo es apostar por una relación que necesita llegar a buen término

Los criterios de selección de un servicio deben relacionarse con la calidad que se desea obtener. Cuando los servicios son a largo plazo, los juicios de selección debieran ser más exigentes. En el caso de la educación privada, un servicio a largo plazo en el que se involucra la vida de las personas, puede ser visto solo como una prestación de pago y no como un elemento que envuelve la vida de los estudiantes y de sus familias.

Las razones para escoger un centro educativo deberían ser tomadas con responsabilidad. Porque se trata del lugar en donde una persona que está en crecimiento y formación permanecerá durante un mínimo de 6 horas al día, 180 días al año y alrededor de 15 años. Nicté Flores, directora del Centro Desarrollo del Potencial del Aprendizaje Brainnet, señala que, “después del lugar de trabajo, el lugar de estudio es lo que más condiciona la vida cotidiana de las familias”.

Sin embargo, los criterios no siempre están claros y se corre el riesgo de refreír estereotipos, al imaginario que madres y padres poseen sobre la educación en sí, el papel de los centros educativos, el tiempo, si los niños son sujetos de derechos o no, la libertad o la individualidad de los estudiantes. En algunos casos, sin cuestionarse, se sigue una tradición familiar y los niños van a los centros a los que fueron madres, padres o abuelos, aunque los centros educativos solo de mujeres o solo de hombres están desapareciendo.

Nicté Flores, directora del Centro de Desarrollo del Potencial de Aprendizaje Brainnet.

Los criterios son también el prestigio del centro, la tecnología, la educación personalizada, los idiomas, las actividades complementarias, la disciplina, la religión, los valores, la cercanía y el precio, entre otros. Flores advierte que, elegir el centro educativo es una decisión que requiere tiempo y que debe evaluar varios criterios y no solo uno, porque si no es difícil hacer una valoración objetiva de lo que se está buscando y esto dificulta concebir a la educación en su integralidad. Probablemente antes, cuando el concepto de inteligencia estaba vinculado casi exclusivamente con la memoria y no se conocían las inteligencias múltiples, un buen criterio pudo ser la rigidez de los maestros o la cantidad de tarea repetitiva para entregar.

Flores llama la atención sobre un elemento importante, y es que la evaluación de los centros educativos por parte de los padres de familia debe ser una actividad constante. De tal cuenta que, si en el transcurso se decide cambiar porque ya no hay empatía, se puede cambiar, “no son contratos de por vida, sino que el fin de los ciclos son momentos idóneos para hacer cambios”.

Un elemento fundamental para escoger un centro educativo es conocer el sistema pedagógico, la filosofía del centro, su visión y su misión, indica Flores. Alex Figueroa, director del Instituto Técnico Ricaldone de San Salvador, El Salvador, lista como criterios fundamentales de selección la calidad de los servicios educativos, el buen ambiente de formación o el clima de convivencia escolar y la formación en competencias blandas o proyectos complementarios de arte, cultura, deporte, música, danza, robótica, entre otras.

Figueroa añade que, las competencias blandas complementan la currícula escolar y la formación humana de los estudiantes. Anteriormente, estas actividades se concebían como extra, como pasatiempo, y había una sobrevaloración de las clases magistrales y un cierto desprecio por las otras actividades. Flores recuerda que, es importante pedir a detalle la metodología de trabajo para ver si el estudiante encaja de acuerdo a sus características. Se debe ver si la evaluación diagnóstica coincide con las competencias que el centro quiera desarrollar.

Si madres y padres no conocen la filosofía del centro o no comparten los valores, van a exponer a sus hijos a situaciones complicadas que pueden redundar en la formación de la individualidad, del criterio personal y también del sentido de pertenencia a un grupo. Flores recuerda que una buena integración al centro educativo refleja un adecuado progreso académico y personal, y para eso es necesario que haya atención diferenciada de los estudiantes.

El centro educativo es el lugar donde los niños aprenden a socializar, el concepto del entorno y la influencia de los valores en ese entorno. Educarse en un ambiente donde se priorice solo alguna información o donde se enseñe a percibir el mundo desde una perspectiva limitada puede restringir el desarrollo creativo de una persona.

David Pineda, presidente de la AGHS.

David Pineda presidente de la Asociación Guatemalteca de Humanistas Seculares (AGHS), a título personal, refiere como criterios de selección que el centro educativo “privilegie la educación en ciencia y filosofía, el pensamiento crítico y la búsqueda objetiva de la verdad a través del método científico y la lógica”, esto puede darse más fácilmente en un ambiente de un colegio laico, puntualiza.

Pineda cuenta la anécdota de cómo en un colegio laico en donde estuvieron sus hijos, narraron la historia bíblica de Noé como un hecho histórico, lo que causó que su hijo hiciera preguntas como todo niño curioso, “que son tan propensas a ser incómodas para personas religiosas”, señala. Pineda añade que el laicismo aboga por la separación entre religión y educación, bajo la premisa de que cada una cuenta con un momento indicado y particular.

Un elemento de confluencia entre los entrevistados son los valores. Probablemente, lo que se prioriza en el ámbito guatemalteco es creer que los valores son universales y que cada uno es depositario de la razón.

Figueroa añade que los valores deben plantearse en la línea de desarrollar habilidades para la vida y si es una institución con una orientación específica, madre y padre de familia deben saber cuáles son esos valores y deben estar al tanto y de acuerdo.

La buena integración de los niños en los centros educativos refleja un adecuado progreso académico.

Para Pineda es importante aclarar, primero, de qué valores se está hablando, ya que un valor es todo aquello que una persona considera que le otorga un plus a la educación. Añade que, según la perspectiva, se puede hablar de valores religiosos, conservadores, cívicos o humanistas y que valores siempre han existido pero no siempre se priorizan.

Para Flores, en cambio, “la decadencia de la generación actual es que no hay valores”. Pineda se anima a mencionar como valores humanistas necesarios en la educación a la búsqueda del conocimiento, la integridad intelectual, la moral –que no es monopolio de la religión y los valores cívicos.

Figueroa expresa que, es importante considerar también la flexibilidad y dinamicidad de los planes de estudio de acuerdo al desarrollo profesional, no solo como colaboradores sino desde la perspectiva del emprendimiento, y de acuerdo al entorno nacional, de tal forma que se evalúe si a futuro hay más desarrollo de los servicios o de la industria.

Flores concluye en que, los padres se han olvidado de que “el colegio instruye y la familia educa”. Y aunque los criterios son tan variados como extensos, añade que es necesaria la innovación educativa que involucre la inteligencia emocional y no solo la tecnología, “que le permita a la persona construir eslabones de su motivación interna, como la estima y la búsqueda de los hábitos que le impulsarán en su autorrealización.

Roberto M. Samayoa O.
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

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