Brohders Bakery, mezcla de sueños y sabores

Un producto artesanal, fresco y de calidad

En el año 2007, los hermanos Juan Guillermo y Luis Enrique Harders comenzaron un negocio
inspirado en un trabajo universitario. Hoy proveen pan de rodaja Brohders en varios puntos del país.

Una rodaja de pan se antoja a toda hora y más con un toque de sabor personal, además de ser nutritiva y parte de la alimentación básica. Esa era una razón para emprender un negocio en esta industria, al que había que sumar ingredientes como perder la vergüenza para ofrecer el producto y ser muy perseverantes.

Así lo describen los hermanos Harders, quienes cocinaron un proyecto propio en un medio competitivo, nutritivo y muy sabroso. Bakery Brohders cuenta hoy con seis años de proveer pan de rodaja de primera calidad para los supermercados, tiendas de conveniencia y otros negocios, como farmacias, poco populares en la venta de este apetecido producto.

Los fundadores de la panadería, Luis Enrique y Juan Guillermo Harders, aún no cuentan con 30 años de edad, pero sí cumplen diariamente con la meta de mantener su negocio, ubicado en la avenida Hincapié y 28 calle de la zona 13 capitalina.

La historia Juan Guillermo comenta que la panadería fue el trabajo final de su carrera en la universidad. “Uno debía crear una empresa con todas sus áreas. Decidí hacer una panadería. Lo plasmé en el papel y lo entregué”, comenta el emprendedor, quien unos días después lo discutió con su hermano mayor. “Decidimos entrarle, hacerla realidad”, recalca.

Luis Enrique recuerda que después de graduarse como administrador de empresas, estaba listo para entregar su hoja de vida y poderse emplear en alguna compañía. Sin embargo, al analizar la idea de su hermano optó por poner las manos en la masa y hornear la primera receta que descargaron de la Internet y que juntos fueron mejorando. Aunque la fórmula y el proceso no han cambiado, por ello el producto final sigue siendo el mismo: un pan artesanal fresco y de calidad.

La primera producción de Brohders consistió en seis panes rodajados, que luego de empacar colocaron en la mochila de Luis Enrique, el más dinámico de los dos, quien salió para la universidad en donde comenzó a ofrecerlo a las secretarias, quienes lo probaron y comenzaron a recomendar. Los familiares de los emprendedores también obtuvieron muestras, así como los salones de belleza, las farmacias y las gasolineras.

Los Harders cuentan que en el primer mes habían horneado tres quintales de harina, lo que significa más de 300 paquetes de pan blanco de rodaja. “Todo esto lo hicimos en la cocina de mis papás. Mi mamá nos ayudaba a empacar y a terminar cuando nos atrasábamos. Nuestra primera ganancia fue de Q2 mil, en 2007”, cuenta Luis Enrique.

El padre de los ahora empresarios, también un exitoso emprendedor, al ver la disciplina y el esfuerzo de sus hijos amplió la habitación de servicio de la casa para construir la primera planta formal de Brohders Bakery, que medía 35 metros cuadrados. Cabía lo básico para trabajar y entregar a tiempo los pedidos que crecían día con día.

Los Harders deben su crecimiento al trabajo duro, la perseverancia
y a la sensibilidad para seguir los deseos de su corazón.

Estrategia ganadora

Desde el comienzo de la panadería, los hermanos Harder definieron sus responsabilidades, las que repartieron según las fortalezas de cada uno. Luis Enrique, encargado del mercadeo y las ventas, según dice, por ser el más inquieto, dinámico y atrevido; y, Juan Guillermo, al frente de las fórmulas y de la reparación de la maquinaria, porque se asume más metódico y analítico.

La receta del éxito no siempre es la misma para cada negocio, pues hasta en la cocina los resultados dependen de la sazón de quien prepara los alimentos. En el caso de Brohders, los empresarios consideran que buena parte de su triunfo se debe a que Juan Guillermo no pierde de vista la producción. De hecho, él es quien supervisa la pre-mezcla que formará cada paquete de pan. Además, es quien “pesa los ingredientes y los coloca en las bolsas plásticas previo a ser trasladadas a la amasadora, en donde un colaborador les agrega agua y aceite.

El proceso de elaboración se completa en otra máquina, en donde la masa se divide en partes iguales, para luego ser depositada en moldes en donde reposará hasta ser llevada al horno. El siguiente paso es enfriar el pan, cortarlo y empacarlo. La operación es supervisada por Juan Guillermo, quien además brinda mantenimiento a la maquinaria y se encarga del personal.

Al preguntar a los Harders sobre las cualidades de un emprendedor, sin pensarlo responden: “seguir lo que dicta el corazón y ser perseverantes, porque no hay negocio que en dos meses genere ganancias”.

Los empresarios insisten en que no hay que temer a los comentarios negativos y, sobre todo, no hay que permitir la opinión de todos. En el caso de Brohders, hasta hubo quienes opinaron que el nombre no era el mejor, aun así lo defendieron, porque mezcla la palabra inglesa brothers con el apellido Harders.

Como reto empresarial, lo más difícil para los Harders ha sido mantener la credibilidad y defender su proyecto. Cuando comenzaron sus contemporáneos contaban con una amplia vida social y las madres de sus amigos comentaban cuando bajaban del carro con una canasta de pan en la mano. Para Luis nunca fue impedimento, por eso continuó ofreciendo su producto y los frutos han sido muy buenos. Además de entregar en la capital, ahora Brohders recorre las calles de la Antigua Guatemala, Jalapa, Esquipulas y Panajachel.

Nuevos mercados

Los seis años de vida emprendedora de los Harders están llenos de aventuras, retos y anécdotas. Una de ellas la cuenta Luis Enrique, quien en la Semana Santa de 2009 logró una reunión con la encargada de compras de PriceSmart. “Probó el producto y compró. Eso sí, advirtió que no podíamos fallar a los términos establecidos”, asiente Luis Enrique.

Los jóvenes recuerdan que los primeros meses de ese contrato fueron difíciles, porque sólo tenían un horno para tan grande demanda, pero nunca han entregado tarde. Posiblemente sin el apoyo de PriceSmart su crecimiento y credibilidad comercial hubieran sido más lentos, pero no letales. Unisuper les abrió las puertas en 2010 y Walmart en 2012.

Como si se tratara de hacer la lista de los buenos deseos del año, Luis Enrique y Juan Guillermo anotan que en la de ellos incluye estar en el nicho más alto del mercado, lograr que los supermercados provean a los pequeños empresarios y contar con más y mejores espacios en las góndolas para colocar uno de los mejores panes premium de rodaja que hay en el país.

Victoria Alvarado
Periodista
Revista GERENCIA
editorialgerencia@agg.org.gt

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